Con la evolución de las tecnologías y su presencia en las más diversas situaciones del día a día, crece la necesidad de soluciones para un procesamiento cada vez más rápido y asertivo. El Cloud Computing revolucionó al presentarse como una alternativa para el procesamiento y almacenamiento de datos en servidores externos, por medio de la internet.
Pero, ahora la nube puede dar lugar a un nuevo modelo de computación que funciona en el borde, también conocido como Edge Computing. Continúa leyendo para entender qué es esa tecnología y cómo ella promete cambiar la manera que trabajamos con los datos.
Edge Computing, en traducción libre para el español, es lo que llamamos de “computación de borde” o “cómputo de borde”. Es un sistema formado por micro data centers que se quedan en el borde de la red, permitiendo hacer el procesamiento de los datos de forma local y más cerca de la fuente.
Es considerada por muchos la evolución natural del modelo de Cloud Computing, o computación en la nube, una vez que permite procesar datos críticos de una forma más rápida y sin dificultades.
De una forma simplificada, podemos decir que Edge Computing surgió con la intención de minimizar los problemas causados por la sobrecarga de tráfico y el ancho de banda necesario para enviar datos para la nube. Como esa tecnología se queda en el borde de la red, ella puede ayudar a procesar y analizar datos de forma local, además de compilar y filtrar lo que de facto debe ser enviado para los sistemas en nube.
En otras palabras, el procesamiento va pasar a ser realizado en el borde de la red, almacenando todos los datos necesarios para la comunicación entre los aparatos y la red. En vez de lo que ocurre hoy, apenas lo que sea realmente necesario va atravesar la red y ser almacenado en la nube. Con eso, se torna posible minimizar el tráfico y el ancho de banda necesarios, además de evitar problemas como el alto tiempo de respuesta (latencia) y conectividad.
La Internet de las Cosas (IoT) está relacionada a la tendencia actual de objetos comunes del nuestro día a día que se tornan “inteligentes” debido a la conexión con la internet. De manera general, estos dispositivos pasan a recibir y enviar datos por medio de redes sin hilos, sin la intervención humana directa. Es el caso de los coches autónomos, drones, casas inteligentes, hasta pequeños dispositivos, como smartwatches, etc.
Ese es uno de los casos en que la Edge Computing se hace más necesaria, una vez que estos aparatos necesitan de procesamiento y transmisión en tiempo real, y no pueden sufrir con problemas de lentitud y fallas en la conexión, como ocurre en algunos casos.
Con la computación de borde, es posible administrar los datos de manera más directa, permitiendo que los dispositivos de IoT tengan capacidad computacional y de procesamiento sin depender tanto de la nube.
Pero, ¿será que la popularización de Edge Computing significa el fin de los sistemas en nube? Al que todo indica, eses dos modelos de computación serán complementares, trabajando de manera híbrida para optimizar procesos.
Cloud Computing llegó en un momento que había una necesidad de dispensar el uso de hardware y aumentar los niveles de seguridad de la computación tradicional. Pero la computación en borde no rechaza ese modelo, al contrario: perfecciona el sistema, se transformando en un intermediario para un uso más inteligente, eficaz y seguro de la nube.
Edge Computing, por lo tanto, puede ser considerada tanto en la infraestructura de procesos relacionados a la IoT, como también en situaciones en las cuales no se puede depender exclusivamente de la conexión a la internet, o aun en que precisa que los datos más importantes sean almacenados de forma local.
Son diversos los escenarios, pero hay una certeza: al paso que el mundo está cada vez más conectado y la Internet de las Cosas se torna una realidad, la computación en borde promete ser una solución para manejar la sobrecarga y seguridad de los datos en red.
